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Serendipia

  • Yo
  • 20 abr 2016
  • 2 Min. de lectura

Carambola o Casualidad o Suerte o Simplemente Una Agradable Sorpresa.

Sí le preguntarás a Daniel que es lo que buscaba cuando comenzó a escribirme. Dudo que te responda “al gran amor de mi vida”. Cuando yo comencé a hablar con Daniel, no se me cruzo por la cabeza que este chico sería mi futuro.

Sí les puedo decir que mi juicio estaba un poquito nublado el primer día en que nos conocimos en persona. Estaba molesta, era la cena por el cumpleaños de una amiga y no quería ir sola, estaba en Facebook haciendo NADA PRODUCTIVO y me escribió “HOLA”. No sabía nada de Daniel desde que tenía 16 años, me pregunto qué hacía y le conté que tenía la cena no quería ir sola, blah blah blah, en resumen, me dijo que me recogía a las 7:00 p.m. Tuve mis dudas, estuve por llamarlo y cancelar, pero no me dio chance. Cuando lo iba a hacer me llamo diciéndome que estaba por llegar.

Saben tengo hijos, él no tenía, no le veía en años, nuestro amor de niños había pasado casi una vida atrás, la situación no era ideal. Recuerdo estar sentada en el sillón pensando en todo esto, mientras lo esperaba. Un estómago lleno de nervios y preguntándome si había tomado la decisión correcta. Cuando llego por mi y bajo del auto… recuerdo que mi primer pensamiento fue que lucía como un bebé.

Se había recién afeitado, que lo hace lucir super más joven de lo que realmente es. Tenía una camisa fit color gris, unos jeans rasgados y zapatos de vestir. LOL, claramente vestido para impresionar. Y sí que lo hizo.

Fui saludada con una amplia sonrisa y un casto beso en la mejilla. Y sí, me dio un besito en la mejilla antes de decir “Hola”. Fuimos a la cena, y al salir de ella quedamos en un barcito de mala muerte en Balboa. Les cuento que allí me dio el segundo beso y esta vez no fue el la mejilla! Fue tipo comedia romántica donde te dan el beso y sientes que una de tus piernas se alza, bueno así. Luego me dejo en casa y me dio otro beso. Cuando llego por mi no sabia si lo volvería a ver, pero cuando se fue sabía que no había manera que no nos viéramos más.

Me llamo apenas llego a su casa y nos empezamos a escribir a diario. Empezo a venir casi todos los días al salir del trabajo, salíamos los fines de semana. Hablabamos por teléfono a cada rato. La conexión era inclusive más espectacular en persona. No me sentía nerviosa ni incomoda. Siempre se sintió tan natural, como si estuviésemos exactamente donde se suponía que deberíamos estar.

Daniel es mi serendipia, mi carambola, el amor de mi vida.

 
 
 

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